– La clase política piensa que una nueva Constitución es la solución a protestas violentas.
– Para los radicales, la Constitución no es un pacto social, es un papelito

maquina-de-combate.com – Carabineros de Chile ha revelado los efectos de las protestas, saqueos e incendios provocados en propiedades públicas y privadas al 15 de noviembre de 2019. Desde el 18 de octubre pasado, un total de 1059 carabineros han resultado lesionados, 129 vehículos policiales han sufrido daños, se han producido 96 ataques a cuarteles policiales y 5351 personas han sido detenidas.

En los últimos días incluso se han saqueado e incendiado iglesias en diferentes regiones de Chile. En algunos casos las imágenes religiosas han sido extraídas de las iglesias para emplearlas en barricadas callejeras.

Ante la inacción del gobierno chileno y habida cuenta que Carabineros se ha visto superada por la magnitud de las protestas, grupos de vecinos y propietarios de negocios se vienen organizando para defender sus propiedades. 

Mientras tanto, los diferentes grupos políticos que tienen representación en el Parlamento tienen la impresión que una nueva Constitución Política es la solución a los reclamos por mejores condiciones de vida y mayores oportunidades, en atención a la multitud de carteles, avisos y gritos en ese sentido entre los manifestantes. Es pues el objetivo de las protestas, violentas o no, un nuevo pacto social más distributivo, según los propios manifestantes.

Lo más probable sin embargo es que buena parte de los grupos radicales infiltrados en las protestas consideren a la Constitución como un papel sin valor al cual se le puede pisotear sin temor a represalia alguna, tal y como le han mostrado las fuerzas de seguridad y el propio gobierno (a pesar de la destrucción causada, solamente han arrestado a 5351 personas en todo el país) a los grupos más radicales entre los manifestantes.

Evidencia de ello es que las protestas no han cesado a pesar del anuncio de un referéndum para una nueva Constitución en abril del próximo año.

Una nueva Constitución, más distributiva – lo que se puede lograr modificando la actual, por cierto, ya lo han hecho en múltiples oportunidades, lo pueden volver a hacer – pero que pueda no promover tanta dinámica económica y por tanto pueda que no genere tantas plazas de trabajo y termine promoviendo una informalidad de la cual es muy complicado salir, al concentrarse en distribuir en lugar de generar, habrá de ser eventualmente pisoteada de similar manera y con menor vacilación, cuando los grupos radicales tengan la convicción de que el Estado no les está presentando las oportunidades a las que tienen derecho en su esquema de valoración de las cosas.

La injusticia social nunca justifica la violencia, tampoco la desaparición de miles de puestos de trabajo (cantidad de centros de labores han sido saqueados o consumidos por las llamas) o el incendio de decenas de Estaciones de Metro. Para generar riqueza no se genera pobreza. 

En lugar de promover una nueva constitución, la clase política y los cuerpos de inteligencia harían mejor en identificar las reales causas del estallido social, actuar más en beneficio de la clase media y pobre,  preocuparse menos por preparar nuevos papelitos que probablemente sean vistos como una nueva mecedora y simplemente dedicarse a mejorar el papelito que les ha funcionado en lo macro para trasladar más bienestar en lo micro, sin exprimir al contribuyente.

Menos burocracia, menos Ministerios, trámites simplificados, un mejor y más rápido acceso a servicios de salud, mejor y más barata educación son los puntos por donde empezar y para ello no se requiere de una nueva Constitución.

Tener en cuenta que a menudo en lugar de refundar, se refunde.

Vehículo protegido de Carabineros de Chile es atacado por una turba de manifestantes violentos. Foto: Carabineros de Chile

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