El Ministerio de Economía de Perú proyecta un crecimiento de 10% del PBI para 2021
– A pesar de las repetidas restricciones a la movilidad de las personas, por la pandemia
– Actualización de las Proyecciones Macroeconómicas 2021-2024
maquina-de-combate.com – El Ministerio de Economía y Finanzas del Perú ha publicado con fecha 30 de abril de 2021, el Informe de Actualización de Proyecciones Macroeconómicas 2021-2024 que fueron inicialmente presentadas en el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) publicado en agosto de 2020.
La actividad económica global pasará de contraerse -3.3% en 2020 a crecer +5.8% en 2021, que se compara con la proyección de 5.3% del MMM, favorecida por la continuidad de las medidas de política económica expansiva de las principales economías del mundo. Las economías avanzadas crecerían +5.0% por el mayor impulso en el crecimiento de Estados Unidos. Las economías emergentes crecerían +6.4%. Las proyecciones pueden variar ante eventuales contingencias como el resurgimiento de contagios del nuevo coronavirus y/o la aparición de nuevas variantes. Nota de Edición: Por eso la gran importación de culminar el desarrollo de la Vacuna Peruana, evaluarla en ensayos clínicos, puesto que por su carácter modular se puede adaptar a nuevas cepas. El grupo político Fuerza Popular ya ha expresado su apoyo a la Vacuna Peruana, en caso de llegar a la Presidencia del Perú con Keiko Fujimori. Al improvisado y radical grupo político Perú Libre y su candidato Pedro Castillo no se les oye madre sobre la Vacuna Peruana.
Otras contingencias que pueden afectar las proyecciones son nuevas tensiones geopolíticas y sociales, demoras en la distribución de vacunas contra el Covid-19, correcciones abruptas en los mercados financieros, deterioro de la situación fiscal a nivel global, entre otros.
El informe señala que el PBI (Producto Bruto Interno) del Perú alcanzaría una tasa de crecimiento de 10.0% en 2021, la tasa más alta desde 1994. Esto tras la desastrosa caída de -11.1% de 2020. El crecimiento proyectado para 2021 se atribuye a la mayor operatividad de las actividades económicas, en función a un mayor control de la pandemia. Nota de Edición: Siendo este un factor muy importante por la incapacidad mostrada por el gobierno interino de Francisco Sagasti para adquirir y producir plantas generadoras de oxígeno medicinal, camas para Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), prácticamente nula implementación de cercos epidemiológicos focalizados (ir a cazar al virus allí donde se encuentre y apoyar a la gente contagiada), la lentitud parta adquirir vacunas y a pesar de tal lentitud, ninguna muestra de apoyo a la Vacuna Peruana, a la cual el presidente encargado Sagasti ha llegado a calificar como un sueño, sin siquiera haber intentado apoyarla para evaluar su efectividad en ensayos clínicos, y esto en plena pandemia, con cientos de personas muriendo a diario.
El inicio de 2021 en Perú ha estado marcado por la segunda ola de contagios del Covid-19, lo que motivó al gobierno interino a implementar medidas restrictivas por regiones, que si bien más flexibles que las draconianas medidas aplicadas por la administración del vacado Martín Vizcarra, causando una de las tasas más altas de mortalidad en el mundo. Las restricciones implementadas por el gobierno interino han tenido un impacto moderado en el PBI de enero y febrero, pero se espera retomar el crecimiento a partir de marzo, debido a que la producción de electricidad, indicador altamente correlacionado con el PBI, continúa recuperándose, y el volumen de importaciones aumentó en +42.6% en marzo, por una recuperación generalizada en todos los rubros. Las órdenes de embarque de exportaciones aumentaron +89.4% en marzo por los mayores envíos de productos tradicionales mineros y pesqueros, y no tradicionales, como agropecuarios y pesqueros.
A pesar del choque negativo de la pandemia, los indicadores macroeconómicos de Perú continúan mostrándose resilientes.
Para e período 2022-2024, el PBI crecería +4.5% en promedio, sostenida por un mayor impulso de la demanda interna y de las exportaciones por el inicio de producción de proyectos cupríferos (Nota de Edición: Este factor estará en riesgo si sale elegido Pedro Castillo, quien ha anunciado la nacionalización de los proyectos mineros, lo cual demás tendrá como consecuencias cantidad de arbitrajes y demandas internacionales) y la recuperación de la demanda externa.
En 2022, el PBI crecería a una tasa de 4.8%, recuperando sus niveles pre Covid-19 ese año.
De concretarse tales cifras, Perú continuará liderando el crecimiento económico en la región y sería uno de los países que más rápido recuperará los niveles de producción pre pandemia. Así, el crecimiento promedio de Perú de +4.5% entre 2022 y 2024 se compara con Colombia (+3.8%), Chile (+3.0%) y México (+2.4%).
En cuanto a la cuenta corriente del sector externo, Perú alcanzaría un déficit de -0.7% en 2021, comparado con el superávit de +0.5% de 2020, y se mantendría alrededor de -0.2% entre 2022 y 2024, sostenido por un superávit comercial asociado a la recuperación de la oferta primaria y un contexto internacional favorable.
En materia fiscal, la pandemia ha generado un deterioro generalizado de las cuentas fiscales en todo el mundo y en una magnitud sin precedentes. Los déficit fiscales promedio del mundo, de países emergentes y América Latina ascendieron a -10.8%, -9.8% y -8.8% del PBI en 2020, respectivamente. Por otro lado, la deuda pública promedio del mundo, de países emergentes y de América Latina ascendieron a 97.3%, 64.4% y 77.7% del PBI en 2020, un incremento entre 9 y 14 puntos porcentuales del PBI respecto a lo registrado en 2019.
En el caso de Perú, las fortalezas fiscales construidas durante las dos últimas décadas, bajo una gestión prudente y responsable de las finanzas públicas, permitieron una amplia respuesta fiscal ante la pandemia. Así el déficit fiscal de Perú en 2020 ascendió a 8.9% del PBI y la deuda pública se incremento a 34.8% del PBI, un incremento de 8.0% del PBI en relación a la deuda registrada en 2019. La recaudación de impuestos fue severamente afectada por la paralización de actividades económicas en 2020. Nota de edición: A lo que se suma que no se implementaron cercos epidemiológicos con pruebas moleculares, invalidando el esfuerzo de la población al cumplir con las restricciones, conforme muestran las cifras.
El plan económico frente al Covid-19 implicó un fuerte aumento del gasto, en particular del gasto corriente, un aumento de +12.8%, mientras que los ingresos fiscales se redujeron en -17.9%, ambas tasas en términos reales. En 2020, los ingresos del gobierno general se ubicaron en 17-9% del PBI, que se compara con 19.9% del PBI en 2019; el gasto no financiero del gobierno generales alcanzó un máximo histórico de 24.8% del PBI, en comparación con el 20.0% del PBI.
El déficit fiscal de 8.9% del PBI fue financiado en 5.2% del PBI por endeudamiento y 3.7% del PBI por uso de activos financieros. Si el Perú no hubiese tenido activos financieros, el déficit fiscal hubiese sido íntegramente financiado con deuda, lo que hubiese aumentado la deuda pública hasta el 38.5% del PBI en 2020.
Para 2021 se proyecta un déficit fiscal de 5.4% del PBI, aún muy pero muy elevado pero ya no la desastrosa cifra de 2020, gracias a la recuperación de la actividad económica y un favorable entorno internacional. La deuda pública se ubicará en 35.9% del PBI, superando de largo el límite que se tenía en Perú para el endeudamiento de 30.0% del PBI.
El gasto público no financiero en 2021 será liderado por el fortalecimiento del servicio de salud, apoyar a segmentos mas vulnerables de familias y empresas, e impulsar la inversión pública, con lo que el gasto ascenderá a 22.9% del PBI, un incremento de 2.0%.
En los años siguientes, en la medida que se controle la pandemia, el reto de Perú y el resto del mundo será iniciar un proceso de consolidación fiscal gradual de las finanzas públicas para preservar la sostenibilidad de las cuentas fiscales, uno de los principales activos del Perú. Nota de edición: Ello serán prácticamente imposible si ingresa Pedro Castillo a la Presidencia del Perú, porque su plan de gobierno ahuyentará inversiones, reducirá el empleo y para intentar compensar aumentará el gasto aún más, incrementando la deuda (si es que le prestan), expandiendo la base monetaria y/o intentando utilizar los fondos de pensionistas, los ahorros y reservas para cubrir los diferenciales. Esto es simple de prever, si se lee su plan de gobierno.
El informe señala que se espera converger a un déficit fiscal de 1% del PBI, recién en el año 2026. La deuda pública llegará a un máximo de 36.5% del PBI en 2022, para descender gradualmente a 31.4% del PBI en el año 2030. Es decir, no se alcanzara los niveles previos de deuda sino hasta la siguiente década. En el año 2040, la deuda pública alcanzara el 26.2% del PBI y en 2050 un 23.2% del PBI. Esto se indica como fundamental para mantener las fortalezas fiscales y la estabilidad macroeconómica.
El informe advierte que «no adoptar las medidas necesarias para emprender un proceso de consolidación fiscal deteriorará las finanzas públicas y llevaría a un incremento progresivo de la deuda pública con la posibilidad de generar desequilibrios macroeconómicos importantes. Esto puede comprometer la sostenibilidad fiscal, uno de los principales pilares del país, lo que podría limitar la capacidad de respuesta fiscal frente a futuros eventos adversos, incrementar los costos del financiamiento, y debilitar la capacidad de financiar reformas estructurales relevantes para incrementar el crecimiento potencial de la economía y el bienestar de los ciudadanos».
Sobre la recaudación de impuestos, los ingresos fiscales de Perú ascendieron a cerca de 20.7% del PBI en promedio, entre 2010 y 2019, menor a lo obtenido por el promedio de América Latina y EL Caribe en ese mismo período, que ascendió a 28.3% del PBI. Los niveles de evasión fiscal en el Perú es de 34.4% en la recaudación potencial del IGV (Impuesto General a las Ventas) y 49.6% en el IR (Impuesto a la Renta de tercera categoría, de actividades empresariales), costándole al Perú un 7.5% del PBI.
Existe espacio para mejorar los regímenes tributarios y la formalización de micro y pequeñas empresas, racionalizar beneficios tributarios poco efectivos y mal focalizados, mejorar la regulación del pago de IGV en servicios digitales y la recaudación de impuestos municipales, entre otros. Solucionar estos aspectos ampliará el espacio para reducir el déficit fiscal.
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